Praga

23.05.2025

Existen ciudades que te agarran del corazón y no te sueltan. Praga es una de ellas. No hay por qué engañarse: esta ciudad tiene carisma. Antigua, de piedra, llena de torres, pero a la vez viva, íntima y sorprendentemente tranquila. Praga no es solo la capital de la República Checa. Es un lugar donde se encuentra la Edad Media con la calma de una cafetería, el gótico con el jazz y las leyendas con el aroma de castañas asadas.

Ya sea que pasees por el Puente de Carlos entre la niebla matutina, o contemples la puesta de sol desde Petřín, sentirás que estás dentro de un escenario escrito solo para ti. Cada calle tiene nombre, pero también alma. Y cada alma aquí quiere detenerse un momento. Sentarse bajo los soportales. Tomar una cerveza o unos knedlíky con salsa. Simplemente estar.

El Castillo de Praga, el complejo de castillos más grande del mundo, se alza sobre la ciudad como una reina. Bajo él, Malá Strana, con sus palacios barrocos, jardines e iglesias. En el corazón de la ciudad, la Plaza de la Ciudad Vieja, con su reloj astronómico que cada día representa su danza de cada hora. Y sobre todo eso, torres. Tantas torres que a Praga se le llama la ciudad de las cien torres. Nosotros diríamos: ciudad de vistas, ciudad de encuentros, ciudad donde incluso un adoquín tiene algo que contar.

Pero Praga no son solo monumentos. Es también el aroma de una librería en Malá Strana, el silencio junto al Moldava por la mañana, el sonido del tranvía en Letná, una terraza en un patio donde los locales toman café. Es una ciudad donde no necesitas mirar el reloj.

Praga es una experiencia. Es una ciudad que no se impone, pero que permanece en ti mucho después de que te hayas ido. Y cuanto más la conoces, más te muestra. Si Europa tiene alma, Praga es su latido.